En 1969 se hizo un
estudio en la Universidad de Stanford (Phillip Cimbrado). Se trató de
un experimento de psicología social muy sencillo, pero muy gráfico; consistente
en dejar dos coches abandonados en dos lugares distintos de Estados Unidos. Uno
en el Bronx y otro en Palo Alto. El primero en una zona de gran conflictividad
social y el segundo en una zona apacible y rica de California. El objeto del
estudio fue estudiar el comportamiento de la población de dos barrios distintos ante un mismo hecho. Como era de esperar el coche dejado en el Bronx fue
desvalijado en pocos días, en cambio el de Palo Alto se mantuvo la primera
semana como el primer día. Con lo que se probaba lo conocido, que la distinta
condición social está detrás del delito.
Sin embargo, a la semana, los
investigadores rompieron un cristal del coche de Palo Alto y observaron lo que
ocurría. Lo que pasó es que este segundo coche sufrió el mismo proceso
destructor que el primero. La pregunta que surgió al instante es que había
pasado que la población del barrio rico y tranquilo llegara a comportarse como
el del barrio pobre. La respuesta no se
encontraba en la distinta condición social si no en un tema de relaciones
sociales y de psicología. La ventana rota en un coche que no se mueve
durante algún tiempo nos da la sensación de abandono, de falta interés...lo que
rompe la norma, las reglas, el equilibrio, lo que trasmite la sensación que
todo vale...
¿Por qué el cristal roto ha desencadenado tanta
violencia?
Ahora no se trataba de pobreza, es pura psicología.
El cristal roto transmitió a los habitantes una idea de deterioro
y despreocupación y rompió todos los códigos de
convivencia que tenemos que observar en sociedad.
Así, la
teoría de los cristales rotos viene a decir que el delito es mayor donde
hay mucho descuido. Si trasladamos esto a las personas, una pequeña
conducta indebida, repetida en el tiempo, puede llevar a realizar otras
conductas sancionables.
Dentro del seno familiar, si los
padres dejan que los hijos no limpien su cuarto, no hagan los deberes o digan
malas palabras, los niños van a pensar que es lo normal y van a repetir esas
conductas fuera de casa, descuidando las reglas más básicas de
las relaciones personales.
Si en una
organización/empresa se muestran signos de desinterés, de despreocupación, de
no existir control, cuando no se motiva ni reprende, cuando todo aparentemente
está permitido, la organización, quiérase o no, va degenerando, degradándose
progresivamente.
¿como sera tratada? |
Otra forma de
plantear el problema: Si nosotros fuéramos el coche, la imagen que transmitimos
influye en como nos tratan. Si tenemos buen aspecto recibiremos un respeto
social por todos. Pero si mostramos una mala imagen, estaremos expuestos a que
nos traten inadecuadamente. La imagen en
las personas con adicciones ayuda mucho en el trato que esperamos o deseamos recibir
del entorno.