Soy una madre de un joven enfermo, con dependencia a las drogas y quiero deciros que en mi casa hemos vivido un verdadero infierno. Ya que veía a mi hijo como un vicioso, como alguien que consumía drogas por capricho, además motivado por el desconocimiento que teníamos, nuestro hijo nos engañaba y vivíamos en un continuo sufrimiento. Yo era una persona que me costaba ver a mi hijo como a un enfermo y sobre todo, aceptar lo que tenía en casa, además del miedo que tenía de que trascendiera fuera y que la gente tuviera conocimiento de lo que estábamos viviendo. Esto afectaba a mi matrimonio y al resto de la familia, cada vez nos distanciábamos más y veíamos que todo se hundía, vivíamos en un sin vivir, con mucha tensión, y eso hacía que la convivencia entre todos cada vez fuera más difícil.
Un buen día, decidimos buscar ayuda y empezamos con una persona especializada en estos temas que nos orientaba sobre cómo teníamos que actuar ante la situación que se nos había presentado en casa. Todo lo hacíamos con mucho recelo, intentando que todo quedara en el anonimato y sólo conseguíamos que la situación empeorara (que la enfermedad avanzase). Por lo que decidimos ir al Grupo de Terapias
A mí me costó mucho hablar de lo que estábamos viviendo en medio de un grupo de personas a las que no conocía. Ahora doy gracias a Dios por haberme abierto ese camino. He aprendido a ver a mi hijo como lo que es, un ENFERMO que necesita de nuestra ayuda más que nunca. Estamos recuperando la convivencia que habíamos perdido, en mi matrimonio hay mayor comunicación, hemos aprendido que tenemos que caminar los dos en una sola dirección y sobre todo hemos aprendido que tenemos que caminar los dos en una sola dirección sobre todo hemos recuperado la ilusión de vivir, aún sabiendo que mi hijo sólo se rehabilitará cuando él quiera, pero ahora me siento algo preparada para ayudarle cuando él me lo pida. También he aprendido una cosa muy importante y es que ante esta situación hay que vivir el día a día y no proyectarse al futuro que sólo sirve para agobiarse y evitar vivir el buen momento que puedas tener en tu vida.
Desde aquí quiero animar a todas las madres y familiares que padecen de esta enfermedad en su casa, a que busquen ayuda, que no se escondan, que la droga hay que "delatarla", que ocultándola sólo conseguiremos que crezca y que la enfermedad se vaya agravando. Desde mi experiencia os digo que aquí, en este Grupo Municipal de Terapias os podemos ayudar a recuperar la ilusión de vivir y enseñaros a tratar al enfermo que tengáis en casa.
carta de una madre del grupo municipal de terapias de Palos de la Frontera