Efecto Lucifer

Juan Pablo II afirmó que el Cielo y el Infierno estaban dentro de cada uno de nosotros.  Basta con mirarnos a nosotros y a los demás, con recordar momentos en que nuestra voluntad de hacer “lo correcto” fue quebrada. Todos tenemos un lado oscuro y lo que nos hace buenos es la capacidad de resistirnos a él.

El psicólogo Philip Zimbardo realizó un estudio en 1971 que descorrió un velo sobre nuestra naturaleza. Convocó a estudiantes universitarios para una investigación psicológica denominada el Experimento de la Prisión de Stanford. Los voluntarios fueron analizados para comprobar estabilidad psicológica, física y emocional y todos ellos eran jóvenes normales de la clase media. Los estudiantes fueron asignados como prisioneros o guardias al azar y confinados a una prisión montada en el subsuelo de la Universidad de Stanford. El proyecto – planeado para durar dos semanas – fue cancelado a los 6 días por haberse vuelto demasiado real para los participantes. Los prisioneros se volvieron sumisos y depresivos y los guardias se volvieron sádicos y abusadores. La notable transformación se dio en menos de una semana. 















“El Efecto Lucifer: Entendiendo como la gente buena se vuelve mala”. Philip Zimbardo desarrolla una investigación  sobre cómo casi cualquier persona, dada la influencia apropiada, puede abandonar su moral y colaborar en la violencia y la opresión. Sea por acción directa o inacción, la gran mayoría sucumbe ante su lado oscuro cuando se da un ambiente influyente. Más allá de la propia responsabilidad de quien no es suficientemente fuerte para hacer valer su opinión o defender sus valores, Zimbardo destaca cómo los males del mundo son responsabilidad de todos. Como remedio a este problema humano, el psicólogo propone una educación en valentía social en los jóvenes para evitar este tipo de abusos. No habla de superhéroes, habla del poder de la individualidad, de la capacidad de negarse al concepto colectivo, a las órdenes cuando éstas contradicen nuestros principios. En resumen, el coraje de ser marginado por defender nuestra moral. Sólo así una persona buena, puede evitar la maldad que anida en su naturaleza.

Cuenta la Biblia que Lucifer era el ángel favorito de Dios. El más bello, el más poderoso, el más querido. En su soberbia y ambición desafió la autoridad del mismísimo Dios y fue condenado a los abismos para dirigir el Infierno. Y el ángel más esplendoroso se convirtió en la bestia más temible.
El Efecto Lucifer…”  explica la capacidad que tiene el ser humano de comportarse de forma irracional, de pasar  del bien  al mal.  Efecto que describe  como las personas  crean redes y jerarquías al relacionarse, formando mentalidades del estilo “nosotros contra ellos” en que se pierden los límites de pensamiento individual. 


¿Cómo responde uno a una situación que se le va de las manos? 
¿Cuándo deja de ser importante la otra persona?
¿Cuándo se deja de ser humano?










fotos de la carcel de Abu Ghraib, donde los funcionarios trapasaron las normas morales y humanitarias


Toda nuestra bondad puede esfumarse en un segundo cuando perdemos perspectiva.