En el cerebro
Actúa como un sedante en el sistema nervioso central, el alcohol reduce las celulas nerviosas del cerebro.
Las grandes cantidades de alcohol disminuyen la resistencia a las infecciones o pueden ocasionar que se interrumpa la respiracion.
El alcohol debilita la capacidad de los músculos del corazon para bombear sangre, lo que da lugar a un ritmo cardiaco irregular y un movimiento irregular del corazón. Se inhibe la produccion de glóbulos rojos y blancos.
Beber demasiado y con regularidad, puede ocasionar hepatitis alcohólica y posteriormente cirrosis (lesiones, cicatrices y destrucción irreversible de las células hepáticas.)
El alcohol irrita el estómago, lo que puede ocasionar úlceras pépticas, inflamación, lesiones hemorrágicas y cáncer.
Bloquea la absorción y descomposición de los nutrientes al dañar las células que revisten el tracto del intestino y el colon. El alcohol puede ocasionar inflamación, úlceras y cáncer de los intestinos y el colon. El páncreas puede inflamarse y liberar enzimas digestivas que lo atacan.
El alcohol interfiere con la capacidad del cuerpo de absorber el calcio, lo que da como resultado que los huesos sean débiles, blandos, quebradizos y más delgados (osteoporosis.) Los músculos se debilitan.
ADVETENCIA: El consumo del alcohol a largo plazo puede dar como resultado daño cerebral permanente, enfermedades mentales graves y adicción al alcohol.
Todos hemos conocido chicos y chicas pequeños que acaban siendo personas raras por culpa de una especie de terror a hacerlo mal.
Ese chico, o esa chica, a lo mejor no quiere jugar al fútbol o al baloncesto en el colegio, porque dice -y no es para tanto- que no juega bien. O jamás sale voluntariamente a la pizarra, porque le aterra la posibilidad de no saber contestar perfectamente. O no quiere participar de un juego que no conoce, porque no quiere arriesgarse a ser el perdedor hasta que haya conseguido dominar bien todas sus reglas.
Los perfeccionistas son personas que tienen cosas muy positivas: creen en el trabajo bien hecho, procuran terminar bien las cosas, ponen ilusión en cuidar los detalles.
Pero tienen también bastantes negativas: viven tensos, sufren mucho cuando ven que no siempre pueden llegar a la suma perfección que tanto anhelan, su minuciosidad les hace ser lentos, y con frecuencia son demasiado exigentes con quienes no son tan perfeccionistas como ellos.
Una de las cosas más difíciles de aprender es a equivocarse. No me refiero al hecho en sí de fallar, de cometer un error, que eso es muy fácil. Hablo de equivocarse y no venirse abajo, de saber reconocer un error sin sentirse terriblemente humillado. Que no nos suceda como a Guille, el hermanito de Mafalda, aquella vez que su hermana lo encontró llorando desconsoladamente:
-¿Qué te pasa, Guille?
-Me duelen los pies -responde entre pucheros.
Mafalda se fija en los pies del crío y le explica:
-Claro, Guille, te has puesto los zapatos cambiados de pie, al revés.
Guille, tras un instante para comprobar el hecho indiscutible, comienza a berrear más fuerte. Mafalda le interrumpe:
-¿Y ahora?
-¡Ahora me duele mi odgullo!
Los fracasos son algo connatural al hombre, le siguen como la sombra al cuerpo. Todos nos equivocamos, y normalmente más de lo que creemos. Por eso, cuando los perfeccionistas se derrumban al comprobar que no son perfectos, demuestran con ello ser personas que cuentan poco con la realidad.
Debemos aprender a darnos cuenta de que no es una tragedia equivocarse, puesto que la calidad humana no está en no fallar, sino en saber reponerse de esos errores.
Casi cabría hablar de cinco mandamientos en lugar de cinco arrepentimiento.
Un detalle interesante es que los lamentos de los moribundos se refieren a cosas que no hicieron: la gente no parece arrepentirse de algo que sí hizo. Quizá porque, como dijo Ware en declaraciones a la BBC, “todo lo que hacemos en nuestra vida, bueno o malo, nos ayuda a aprender algo. Por eso es más común arrepentirse de algo que no hicimos”
Estas son las cinco principales cosas de las que se arrepienten los moribundos, de acuerdo con Ware:
1. Ojalá hubiera tenido el coraje de ser fiel a mi mismo y vivir la vida que quería en lugar de la que otros esperaban de mi.
“Este es el arrepentimiento más frecuente. La mayoría de la gente no ha cumplido ni la mitad de sus sueños y va a morir con el conocimiento de que esto se debe a las decisiones que ha tomado o dejado de tomar. La salud trae consigo una libertad de la que muy pocos son conscientes hasta que ya no la tienen”.
2. Me gustaría no haber trabajado tan duro.
“Es la reflexión de todos los hombres a los que cuidé. Echan de menos la infancia de sus hijos y la compañía de sus parejas. Se arrepienten profundamente de haber pasado tanto tiempo en la rutina de una existencia dedicada al trabajo”.
3. Ojalá hubiera tenido la valentía de expresar mis sentimientos.
“Muchas personas suprimieron sus sentimientos para evitar conflictos. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a lo que podrían haber sido capaces de alcanzar. Muchos desarrollaron enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento”.
4. Me gustaría haber estado en contacto con mis amigos.
“A menudo no se percataron de lo valiosos que son los viejos amigos hasta que llegaron al final. Todo el mundo que está muriendo echa de menos a sus amigos”.
5. Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
“Muchos no comprendieron, hasta el final, que la felicidad es una elección. Se mantuvieron apegados a sus antiguos hábitos. El miedo al cambio les hizo fingir, ante ellos mismos y ante los demás, que estaban satisfechos”.