Llamamos celos a esa manera de control obsesivo que se pone en marcha ante el miedo a perder una "posesión". De nuevo nos encontramos con que los pensamientos pueden desencadenar emociones negativas
Los celos son su manera de controlar aquello que se teme perder.
La persona víctima de los celos del otro, se siente cada vez más agobiada y necesita huir de tal aprieto. Los celos siempre acaban produciendo el efecto contrario del deseado: el receptor de los celos no aguanta más una fidelidad nunca creíble, por más justificaciones que lleve acabo y el celoso se siente atormentado por su fijación de ideas. La consecuencia más previsible es la ruptura de la relación tan protegida.
Los celosos padecen de celos cuatro veces:
1.-Por ser celosos.
2.-Por reprocharse estar celoso
3.-Por temer que los celos hieran al otro.
4.-Por dejarse someter a una nadería, “tontería”.
2.-Por reprocharse estar celoso
3.-Por temer que los celos hieran al otro.
4.-Por dejarse someter a una nadería, “tontería”.
En experiencias realizadas con animales (Lorenz,), determinó que el apego que éstos manifestaban por sus madres no estaban basados en la necesidad de alimentación sino en la de seguridad. En los seres humanos encontramos la tendencia hacia una figura de apego durante toda la vida, la madre. La figura de apego inicial, puede ser sustituida por otra persona, por ejemplo, la pareja.
Cualquier cambio en el contexto de la pareja puede llegar a ser motivo para una reacción de celos. Aparecen pensamientos de engaño y se atiende selectivamente a señales de alerta, creando de esta manera un rival imaginario inexistente. Al no poder controlar estos sentimientos la persona se torna cada vez más insegura e hipervigilante, generando, como consecuencia, reacciones agresivas o "escenas de celos".
A largo plazo, los interrogatorios se vuelven rutina, la persona celosa controla la libertad y movimientos de su pareja y la relación comienza a deteriorarse. La comunicación se ve reducida exclusivamente a las preocupaciones y pensamientos del celoso.
James Parr, dice que surgen en una relación amorosa debido a tres factores: comparación, competencia y el temor a ser reemplazado. Si uno se ama a sí mismo, la comparación con los otros disminuye y cuando la competencia no existe, se es menos vulnerable a sentir celos. Al volverse irremplazable en una relación los celos desaparecen.
En ocasiones, cuando los celos aparecen, son debido a mal interpretaciones de situaciones ambiguas. En vez de pararse a pensar en otras posibles explicaciones, se permite que las emociones inunden el razocinio. Por este motivo, es muy importante tomarse un momento para analizar tanto las impresiones como los pensamientos que atraviesan la mente en situaciones ambiguas.
El alcohólico suele padecer de celos. Su inseguridad le lleva a desconfiar de su pareja. Si pretende mantener relaciones con su pareja en estado ebrio puede ser repudiado, Acto que interpretara por haber otra persona y no lo achacara a su consumo de alcohol.
La pareja del alcohólico rehabilitado tiende a controlar a su esposo. Este control, que es falta de seguridad, puede desembocar en celos. El continuo mar de dudas, puede desencadenar una lluvia de pensamientos irracionales que atormenten a la pareja del alcohólico rehabilitado.