Autoritarismo
Recuerdas la vieja escuela, la de las varas detrás de la puerta y los bastones de castigo adornando las paredes, la de pocas palabras. Esa que gobernó con mano de hierro la vida de nuestros padres o de nuestra infancia.
Fue la era de la enseñanza que provenía de la autoridad indiscutible de los adultos, los que señalaban el camino a los cuales sólo cabía obedecer. "Ya vendrá tu tiempo para educar a tus hijos a tu gusto, ahora es nuestro turno", repetían sin soberbia, pero con un sentido de responsabilidad a toda prueba.
Permisividad
Pero, tal como el péndulo, se dio un giro hacia otro extremo. Fue la generación de posguerra, la de los jóvenes que volvieron, los que se desencantaron con el modelo de la rigidez y la obediencia ciega.
Fue la bonanza del "dejar hacer". El momento en que se creyó que cualquier medida coercitiva pondría paredes al crecimiento de los hijos. Se creyó que los límites serían un daño.
La reacción
Sin embargo, siempre se vuelve a un punto de encuentro, donde las generaciones que vienen se dan cuenta que la verdad no está ni en un extremo ni en otro.
Los límites
En ese contexto surgieron voces para decir que era necesario establecer límites, sin ahogar la libertad. Hitos que condujeran, pero sin dañar a la persona que debía caminar por el sendero.
El niño de esa época permisiva "creció en el vacío, sin límites, sin fronteras, sin carteles orientadores, sin sustento, sin apoyo. En consecuencia no creció".
Límites y convivencia
"los límites son reglas de convivencia". Establecen los linderos por los cuales hemos de guiarnos. El camino que orienta el norte de nuestras vidas.
Sin límites sólo hay caos.
Cuando los padres establecen límites, están poniendo un camino en la vida de sus hijos. La vida es relacionarse con otras personas. Cuando no se establecen límites adecuados entonces se avasalla al otro, se destruye la armonía, y se perjudica al que se acompaña, mas tarde o mas temprano.
"el hogar debe proporcionar alternativas, pensamiento crítico, ponerles límites internos a los límites externos".
Los riesgos de la permisividad
"los padres permisivos no dan libertad, dan licencia, otorgan vacío para que el otro haga lo que quiera". Esa pseudo libertad que a la postre se convierte en esclavitud a los caprichos, al devenir de las modas, a la nada...
"En medio de tanto miedo a los hijos, miedo a los límites, miedo a perder la simpatía y la benevolencia de nuestros vástagos, aprendimos a decir solamente sí y nos reprimimos con el no, como si fuera maléfico". Eso llevó indeclinablemente a la permisividad de la que se cosechan los desvaríos de jóvenes sin rumbo
Conclusión
Educar es instruir, formar, pulir y limar a una persona para que
se vuelva más armónica y sea capaz de gobernarse a sí misma. La mejor educación pretende construir la felicidad, pero sin olvidar que no hay felicidad sin sacrificio y renuncias