José Buendía, profesor de la Universidad de Murcia, analiza la pérdida de trabajo desde un punto de vista psicológico en su libro 'El impacto psicológico del desempleo'. Según Buendía, tener un empleo es una 'expectativa social y cultural desde la infancia, reforzada a través de los años en la escuela, la familia...'. Lo más usual al perder el trabajo es experimentar una sensación de derrota y fracaso.Uno de los impactos psicológicos de la pérdida de empleo es el llamado 'síndrome de la invisibilidad', por el que la persona siente que no le ven, que no forma parte del mundo. Esto se puede agravar si la persona no pide ayuda por vergüenza o por orgullo. Además, los efectos psicológicos de no tener trabajo son distintos entre los individuos jóvenes y los mayores. En los jóvenes, prolongar la dependecia de los padres tiene consecuencias adversas, como un aumento de la agresividad del sujeto, un incremento de la pasividad, la depresión, la reducción de la capacidad para relacionarse con personas o la búsqueda de otras vías de socialización, incluso la delincuencia.
Por otra parte, en el grupo de los más jóvenes, los fracasos en la búsqueda de trabajo suelen acabar en apatía, vergüenza ante los más próximos, resignación o sentimiento de culpabilidad. Esta apatía suele traducirse en largas temporadas en casa, viendo la televisión o escuchando música. En el caso de personas con más edad existen varias fases: shock (sorpresa, desorientación y miedo), creencia de que se trata de un periodo de vacaciones, hiperactividad en el hogar, ansiedad, irritabilidad y hasta trastornos psicofisiológicos.
Los mayores, como los más jóvenes, también aceptan su condición de desempleados, pero como un fracaso personal y social. Esto desemboca en prolongadas temporadas en casa, durmiendo más horas de lo debido y sintiendo una gran sensación de vacío. Existen otros factores que pueden influir sobre las personas sin empleo, como la salud que tenga y el estilo de vida que lleve, que en algunos casos podría derivar en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, en el grupo de los más jóvenes, los fracasos en la búsqueda de trabajo suelen acabar en apatía, vergüenza ante los más próximos, resignación o sentimiento de culpabilidad. Esta apatía suele traducirse en largas temporadas en casa, viendo la televisión o escuchando música. En el caso de personas con más edad existen varias fases: shock (sorpresa, desorientación y miedo), creencia de que se trata de un periodo de vacaciones, hiperactividad en el hogar, ansiedad, irritabilidad y hasta trastornos psicofisiológicos.
Los mayores, como los más jóvenes, también aceptan su condición de desempleados, pero como un fracaso personal y social. Esto desemboca en prolongadas temporadas en casa, durmiendo más horas de lo debido y sintiendo una gran sensación de vacío. Existen otros factores que pueden influir sobre las personas sin empleo, como la salud que tenga y el estilo de vida que lleve, que en algunos casos podría derivar en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.