Sencillamente hemos abdicado.
Hemos abdicado de padres y pretendido ser amigos, sin pensar que los amigos se eligen y los padres se precisan.
Hemos abdicado de fijar los límites de acción de nuestros
hij@s a su propia voluntad del momento.
Hemos abdicado de enseñarles cómo es la vida para mostrarles sólo postales de color rosa.

Hemos abdicado de estimularles al esfuerzo, dándoles la merienda antes de que la pidieran, llevándoles la mochila del cole sin que se hagan conscientes del peso innecesario que le van metiendo.
Hemos abdicado de que aprendan a compartir
.
Hemos abdicado de mandar cuando se precisa, haciéndoles pensar que así sería su futuro.
Hemos abdicado de permitirles que vivieran alguna frustración,, sin caer en la cuenta de que en la vida vivimos tantas frustraciones que aprender a soportarlas o a resolverlas es imprescindible. Y que nosotros podemos enseñárselo progresivamente.


Hemos abdicado en el colegio para que allí tomen la responsabilidad de su educación sin pensar que es algo permanente, constante y que precisa la colaboración máxima de
tod@s cuantos en ella intervienen. Incluso de forma sistemática les hemos dado la razón cuando nos han dicho: “el profe me tiene manía” y les hemos defendido, de forma en ocasiones agresiva frente al profesorado, sin querer pensar en que normalmente el profesorado no tiene manía y normalmente también, los niños y niñas hacen normales trastadas...

Hemos abdicado en la Tele, para que les entretenga y tener así
nosotr@s más libertad, más tiempo, sin pensar, o lo que es peor sin dar importancia a lo que allí ven: series que no por ser de dibujos dejan de ser terriblemente agresivas, películas con personajes amorales que presentados como atractivos y simpáticos van a ser modelos para nuestr@s hij@s, olvidando que los niños y niñas aprenden por observación.
Teniendo un mínimo de paciencia y analizando veremos en un día cuántas proyecciones hay en que no salgan asesinatos, odios, violaciones, robos... Nos asombraremos. Y eso no es la vida pero de eso se aprende y se pasa a considerar normal.

 
Nuestra lista podría ser larga.
Quizás podamos reflexionar. Quizás aún nuestra abdicación no sea definitiva y podamos volver a ser padres.                   

  Jaime Fuster Pérez. Psicólogo.