Familias de enfermos alcoholicos

Es importante recalcar que el alcohólico no existe en el vacío. La enfermedad no es un padecimiento solitario

INCOHERENCIA
Uno de los indicadores más claros de que una familia está funcionando bien es la coherencia, los términos que mejor describen la vida en una familia alcohólica son lo incoherente y lo impredecible. Generalmente, lo que un cónyuge o un hijo hacen cuando viven en un ambiente alcohólico, lo hacen porque en ese momento tiene lógica para ellos. En la medida en que los problemas que rodean al alcoholismo van produciendo más y más incoherencia e impredictibilidad en el hogar.(Black, 1991).
Para ello, la familia adopta roles disfuncionales que los llevan a sobrevivir la enfermedad de uno de sus miembros.
1). El rescatador: este miembro se encarga de salvar al adicto a los problemas que resultan de su adicción. Son los que inventan las excusas, pagan las cuentas, llaman al trabajo para justificar ausencias, etc. Ellos se asignan a sí mismos la tarea de resolver todas las crisis que el adicto produce. De esta manera promueve el autoengaño del adicto, manteniéndolo ciego a las consecuencias de su adicción y convencido de que no existe ningún problema con su uso.
2). El cuidador: ellos asumen con ímpetu todas las tareas y responsabilidades que puedan, con tal de que el adicto no tenga responsabilidades, o tenga las menos posibles. Ellos actúan así convencidos de que al menos "las cosas están andando". Lo que no pueden ver es que esto, los carga con tareas que no les corresponden y con responsabilidades que no son suyas, produciendo una sobrecarga que afecta su salud. Esto a su vez promueve la falta de conciencia en el adicto.
3). El rebelde: la función del rebelde u oveja negra, es desenfocar a la familia y atraer la atención sobre sí mismo, de modo que todos puedan volcar sobre él su ira y frustración.
4). El héroe: el también está empeñado en desviar la atención de la familia hacia él, a través de logros positivos. De esta manera hace que la familia se sienta orgullosa, y ayuda a la familia a distraer la atención que tiene sobre el adicto.
5). El recriminador: esta persona se encarga de culpar al adicto a todos los problemas de la familia. Esto sólo funciona para indignar al adicto, brindándole así una excusa perfecta para seguir consumiendo.
6). El desentendido: usualmente es tomado por algún menor de edad que se mantiene "al margen" de las discusiones y de la dinámica familiar. En realidad es una máscara que cubre una gran tristeza y decepción que es incapaz de expresar.
7). El disciplinador: este familiar presenta la idea de que lo que hace falta es un poco de disciplina y arremete al adicto, ya sea física y/o verbalmente. Esta actitud nace de la ira y frustración que se acumulan en la familia del adicto y de los sentimientos de culpa que muchos padres albergan por las adicciones de sus hijos (Aizpún, 2006).
La dinámica de las familias alcohólicas se caracteriza por ser familias generalmente inflexibles en donde las reglas, por lo general, son inhumanas lo que hace que sus miembros se sientan confundidos e inútiles. En cuanto a los límites, estos tienden a ser extremos: rígidos o inexistentes. La comunicación es indirecta y encubierta en donde los sentimientos carecen de valor. Promueven la rebelión y la dependencia teniendo como consecuencia que sus miembros sean incapaces de resolver conflictos, por lo tanto, el resultado es inapropiado y destructivo (Woititz, 1983).
Entre los especialistas en adicciones, existe un dicho que dice que "en la familia alcohólica existe un elefante en la sala". Ese elefante es la adicción, y nadie habla de ella ni acepta que existe pero todos funcionan a partir de esta.
Las familias alcohólicas se mueven y acomodan a las exigencias de la vida con un miembro alcohólico.
Existen algunos especialistas que afirman que la familia con un miembro alcohólico no es una familia disfuncional, es una familia que ha aprendido a funcionar con un miembro enfermo gracias al reacomodo que se da a raíz de la enfermedad. Se vuelve disfuncional cuando el alcohólico entra a tratamiento y comienza a cambiar el rol central que tenia en la familia. La familia tiene que readaptarse y sus miembros han de  asumir sus propias funciones, trabajo que les cuesta y en el que en ocasiones no están dispuestos a cambiar de papel que han desempeñado tras años de experiencia.
En ocasiones sus mecanismos defensivos adquieren dimensiones tan patológicas como las del adicto. Ese intento fallido por ayudar al alcohólico los hace llevar a cabo conductas "facilitadoras" que en lugar de detener la enfermedad la prolongan (Cermak, 1986).
La facilitación se genera en un nivel automático e inconsciente por diferentes razones, entre las que destacan:
1). Proteger o ayudar al alcohólico. Encubrimos lo que no debemos. "Tapar"
2). Evitar el conflicto en la relación con el alcohólico. No se le critica para evitar consecuencias mayores.
3). Creer que ignorar el problema es la mejor manera de que desaparezca.
4).Confundir amor al enfermo alcohólico con solucionarle problemas, impedir que este afronte las consecuencias de sus actos,   facilitándole las normas de convivencia familiar.
5). Tener aspectos no resueltos personales o familiares sobre el uso de alcohol o drogas, muchos miembros de la familia siguen pensando que es un problema de “vicio” y no es una enfermedad.