Un estudio realizado en varios países y publicado en BMC Health pone de manifiesto la tendencia entre los jóvenes europeos a recurrir a las drogas con fines relacionados con la sexualidad.

Un 28% de los chicos recurre al alcohol para encontrar pareja
La investigación parte de una muestra de 1.341 jóvenes de entre 16 y 35 años que frecuentan los garitos de moda en Liverpool, Palma de Mallorca, Viena, Atenas, Venecia, Lisboa, Berlín, Brno en la República Checa y Ljubljana en Eslovenia. Según este estudio, un 28,6% de los jóvenes usa el alcohol exclusivamente para encontrar pareja, y un 26,2% toma cocaína para prolongar el sexo. En la muestra se  señala una tendencia en ciertos ambientes en los que el consumo de drogas está culturalmente más aceptado y donde menos conciencia del riesgo existe.
"Es significativo que uno de cada cinco consumidores de cocaína lo hace exclusivamente para explorar sensaciones sexuales", afirma Mark Bellis, investigador  de la Universidad de Liverpool.
"Lo más sorprendente es la idea de estos jóvenes de que las drogas están ahí para servirse, para ellos tienen un sentido utilitario". "A la mayoría le parece normal utilizar drogas para el sexo, lo hagan mucho o poco".
El estudio se centra en tres aspectos: 1-las implicaciones de las drogas en la iniciación al sexo, 2.-su uso para lograr determinados efectos sexuales y 3.-las consecuencias que ello tiene para la salud pública, particularmente la práctica de sexo no seguro. El estudio muestra, por ejemplo, una fuerte relación entre consumo habitual de drogas y precocidad en el inicio sexual, algo que afecta especialmente a las chicas: aquellas que toman drogas de forma habitual antes de los 16 años tienen seis veces más posibilidades de haberse iniciado antes en la práctica del sexo. El estudio también muestra una relación entre ciertos tipos de drogas y una mayor promiscuidad. El intercambio de sexo por droga es una práctica asociada al consumo regular de cocaína y éxtasis; de uno de cada siete consumidores de éxtasis ha realizado esta práctica en el último año.

Las consecuencias del estudio son claras: una política de prevención del consumo entre los jóvenes ha de tener en cuenta el componente sexual. "No podemos tratar de solucionar el problema del alcohol, de la droga y de las relaciones sexuales no seguras de manera aislada, porque para mucha gente joven las tres cuestiones forman parte de una noche de marcha", afirma el profesor Bellis. En su opinión, hay que cambiar la percepción de las drogas: "Igual que fumar era considerado sexy hace unos años y esa imagen ha cambiado mostrando cómo una persona que fuma no es sexy por cuestiones como el olor, deberíamos insistir en que, lejos de lo que creen muchos jóvenes, los efectos que las drogas tienen en el rendimiento sexual son muchas veces muy negativos".

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